Venerable Hermandad y Antigua Cofradía de la III Orden de los Servitas de Nuestra Señora de los Dolores,
Santo Entierro y Cristo de la Buena Muerte
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Parroquia de Santiago Apóstol



viernes, 5 de mayo de 2017

Crónica Viernes Santo 2017

Gibraleón a 5 de mayo de 2017. Han pasado más de tres semanas desde aquel fructífero día 14 del mes pasado. Se asomaba una jornada primaveral, tranquila y apacible, al igual que el año pasado, con un cielo prácticamente despejado, que conforme avanzaba la mañana el sol derretía las calles... ¡Qué extraño! Era un nuevo Viernes Santo, donde resonaban los ecos de los martillos y las bandas de música de las distintas estaciones de penitencia que ahora se recogen en sus templos, y que daban paso a la profundidad y austero silencio, a la solemnidad más característica.
Gibraleón estaba dispuesto a vivir su última jornada cofradiera. Con la resaca aún en el cuerpo de lo acontecido el pasado mes de Septiembre con la salida extraordinaria de Nuestra Señora de los Dolores con motivo del 75º Aniversario de la Bendición de su Bendita Imagen, la Corporación Servita se disponía a manifestar su Fe en una nueva Estación de Penitencia.
Jornada tradicional, de buenas costumbres, de hombres con trajes oscuros y mujeres de mantillas acompañando a la Santísima Virgen, una Estación de Penitencia diferente, de lo más emotiva y peculiar, quedando marcada para los anales de la historia de nuestra querida Hermandad.
El entusiasmo y la ilusión se hacía patente desde primeras horas de la mañana, donde en el más antaño emplazamiento cofrade de Gibraleón, se reunían los hermanos y devotos para practicar unas buenas horas de convivencia y confraternidad previas a la salida de Nuestro Cortejo Procesional, degustando las tradicionales "habas del Viernes Santo".
A las 17:00 horas, como es tradición en la Iglesia Católica, corbatas de luto se citaban en Santiago, daba comienzo el segundo día de Triduo Pascual, recordando que Cristo había muerto por la salvación de todos nosotros. Con una luminosidad poco típica, todo pintaba a pedir de boca, como caído del cielo, y así fue. A las 20:30 horas, con puntualidad suiza, desde la Mayor de Santiago la cruz de guía cortejada por dos faroles cruzaba el dintel del pórtico del templo. Comenzaba nuestra ansiada Estación de Penitencia del presente año.




En sigilo, solo roto por los toques de llamador que retumbaban bajo las altas bóvedas de la "catedral" servita y el roce del racheo de los costaleros y costaleras contra el suelo comenzábamos a caminar, como es habitual, con recogimiento, el paso de Cristo de la Buena Muerte se alzaba tras la primera levantá, la cual realizó nuestro director espiritual D. Antonio Cepeda, que por primera vez vivía la Semana Santa olontense, y a quien deseamos que nos siga inculcando la Fe y el amor de Dios en esta etapa como parroco de Gibraleón. A continuación, era el turno del paso de Cristo Yacente, pero en esta ocasión íbamos a vivir un momento bastante especial, de grandes emociones, con el amargor de no contar ya con la presencia de una de las personas más sumamente importante en la historia de nuestra venerable Hermandad. Con la ilusión y satisfacción de la herencia recibida, los costaleros elavaron a la gloria del Viernes Santo a Cristo Yacente en honor a su pionero y eterno capataz, hermano número uno de esta antaña Hermandad, D. Ramón Calvo, que desde el cielo contemplaba como su Cristo avanzaba lentamente hacia el encuentro con su pueblo. Tras los emotivos instantes vividos, llegaba otro gran momento que quedaría marcado para todos los presentes, ya que en presencia de sus padres, abuelos y otros familiares, el pequeño José Antonio Garrido, que se encontraba a la espera de someterse a un trasplante de médula ósea, fue el encargado de hacer rugir el martillo en la primera levantá del paso de palio de Nuestra Señora de los Dolores, y a quien desde estas líneas le brindamos y mostramos todo nuestro apoyo deseando que todo marche sobre ruedas y que, como desea y nos transmitió, algún día pueda ser participe de lo que acontecerá en el futuro bajo las andas del paso de la Santísima Virgen, ojalá así sea, y que Nuestra Señora de los Dolores, Cristo Yacente y Cristo de la Buena Muerte le guíen en su caminar.
Cientos de vecinos y visitantes abarrotaban el extenso área de la plaza de Santiago, así como, el paso de la cofradía por la Avda. Costitución, esperando para contemplar la devoción que rodea la tradicional y multitudinaria procesión del Viernes Santo; una penitencia especial, diferente, de recibir el sabor añejo y clásico de su caminar. Tras cada esquina, nuevos grupos de personas se van incorporando, donde la aflicción, el recogimiento y la solemnidad marcaban las características innatas del presente en la localidad.
Con las calles impregnadas de olor a incienso, caminaban nuestros amantísimos Titulares a la voz de sus capataces y con la pericia de sus costaleros y costaleras. Llegados a la plaza de España, el olor a azahar de sus naranjos se fusionaba con ese incienso, mientras avanzamos de regreso a Santiago.
Hermosura y elegancia serían las palabras para describir como estaban los pasos engalanados para la ocasión. A paso pausado y con el más verdadero y aliado silencio, asomaba en primer lugar Cristo de la Buena Muerte en un monte asilvestrado: espinos, calas, iris, claveles, rosas.., a continuación lo haría Cristo Yacente ornamentado con friso de flores variadas, asilvestrado en tonos morado, fucsia y blanco. Con el drama de ver a Cristo muerto, pero muy bien acompañado y velado por su madre Nuestra Señora de los Dolores, que recibía el atardecer de su villa en tercer lugar, y cuyo exorno floral fue más que resañable, con rosas esperanza en tonos rosaceo y blanco, y tras Ella, numerosos fieles y devotos la seguirían durante todo el recorrido.
A un ritmo ligero y sobrio como es habitual, mostrando un sencillo pero elegante cortejo de nazarenos de velones negros, la comitiva transcurrió con total normalidad, bajo el más estricto de los protocolos. Llegó la hora de la contemplación del barrio... de la angosta bajada de Tenerias y la plenitud y esplendor de la subida de Violines, dos lugares muy característicos de la Hermandad, que recogía un ambiente lleno de personas que observaban perplejos el incansable trabajo de los costaleros/as.






Al filo de la 01:00 horas los cuatro zancos del paso de palio de la Dolorosa se posaban en el mismo punto descrito en su salida del templo parroquiano de Santiago Apóstol, dando por concluida la procesión, y poniendo el broche final a la Semana Santa "panturrana". Acabada la Procesión, tanto trabajo y sacrificio realizado durante todo un año, quedó reflejado en los presentes con llantos lleno de emoción, felicitaciones, júbilo... en definitiva, todo aconteció como todos soñábamos. Los hermanos servitas cerraban así un Viernes Santo que queda para la historia en el que la Cofradía dio pública manifestación de Fe por las calles de Gibraleón demostrando que donde hay amor y bondad, ahí está Dios. Con todo aparentemente concluido, en medio de la oscuridad emerge la esperanza. Esperanza que crece en nosotros y que nos susurra al oído: "Salvación".
Como novedades, destacar que el paso de Cristo Yacente portaba los estrenos de la talla de la parte semicentral del lateral de cada costero, así como, un relicario del beato Fray Leopoldo, el cuál fue donado por un hermano procedente de Palma de Mallorca, muy devoto de Nuestra Señora. Además, la Santísima Virgen iba ataviada por primera vez en Semana Santa con el fajín de General obsequiado el pasado mes de septiembre en el Septenario Extraordinario por el Excmo. Sr. General de Brigada del Cuerpo de Intendencia de la Armada D. Antonio Berrocal Hernández.



Era un año significativo por los cuantiosos motivos descritos anteriormente, pero sobremanera por el relevo generacional que se va a llevar a cabo en el Cuerpo de Capataces del paso de palio, tras la decisión por parte de sus miembros de dejar paso a quienes deben continuar el trabajo que ellos, tras 12 años de aventura al servicio de la Reina Servita, ponían a su fin en aquella noche. La Junta de Gobierno, respetando la decisión tomada, solo tiene palabras de admiración y agradecimientos por sus conocimientos, sus desvelos y sus respectivos trabajos a esta cuadrilla de capataces, de amigos, de mejores personas... que tanto se han sacrificado por el amor infinito a su Virgen de los Dolores, y que han hecho posible durante todos estos años que el paso de la pionera Medalla de Oro de la Villa tenga una cuadrilla de costaleros fuerte y consolidada. Gracias José Ramón, gracias Fernando, gracias Moisés, gracias Antonio, gracias Juan Luis. Que Nuestra Señora de los Dolores os proteja y os guíe.
Desde el respeto, con compañerismo y responsabilidad, volveremos a afrontar el próximo año ese nuevo reto, el cual este año se ha cumplido con creces gracias al esfuerzo y dedicación de Hermanos, Colaboradores y Junta de Gobierno. A todos Ellos, mil gracias por hacernos soñar despiertos. Que Dios os bendiga.
No cabe más, como no podía ser menos, que agradecer a la Banda de Carrión de los Céspedes y al Trío de Capilla Gólgota su ejemplar trabajo y dedicación, quienes volvieron a deleitarnos con piezas musicales de gran calidad.


Pero especial mención se merece los artífices de dicha consecución, quienes verdaderamente hacen un Viernes Santo grande y ostentoso, los costaleros/as y sus respectivos cuerpos de capataces, que sin ellos nada sería posible, quienes son el motor de la procesión mostrando una ejemplar conducta llevando sus respectivos Titulares como requiere la ocasión. Sólo los que sufren saben el verdadero significado y riquezas del silencio... Gracias por vuestro sacrificio bajo las trabajaderas de vuestros Amantísimos Titulares.
En palabras de nuestro presidente, un Viernes Santo irrepetible que es imposible conmemorar sus inicios que hace tanto que comenzó la historia que ya nadie lo recuerda.
LA HERMANDAD REITERA SU AGRADECIMIENTO A TODAS Y CADA UNA DE LAS PERSONAS QUE HACEN POSIBLE QUE CADA AÑO PODAMOS DISFRUTAR DE NUESTRO VIERNES SANTO, GRACIAS GIBRALEÓN.

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