Venerable Hermandad y Antigua Cofradía de la III Orden de los Servitas de Nuestra Señora de los Dolores,
Santo Entierro y Cristo de la Buena Muerte
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Parroquia de Santiago Apóstol



domingo, 18 de septiembre de 2016

Crónica de la Salida Extraordinaria de Nuestra Señora de los Dolores

El día amaneció propicio para la jornada cumbre en la conmemoración de su LXXV Aniversario. El cielo azul radiante presagiaba un día histórico. Días de intenso trabajo, de plegarias y rezos a la Imagen de Nuestra Señora por que todo saliera bien estaba apunto de dar sus frutos.
Desde las diez y media se encontraban las puertas del templo parroquial abiertas de par en par para presenciar la sublime estampa de la Imagen de Nuestra Santísima Madre de los Dolores entronizada en su paso. Nardos, rosas, orquídeas, gypsophila... una diversidad de flores y colores que perfumaban el cálido ambiente que reinaba bajo las bóvedas de la Mayor de Santiago. Y Ella, la más bella protagonista, se presentaba como nunca, radiante con sus mejores galas, entre las cuales se encontraba la nueva saya marfil bordada en oro, donada por un grupo de devotos/as y el fajín de General recientemente obsequiado en el Septenario Extraordinario por el Excmo. Sr. General de Brigada del Cuerpo de Intendencia de la Armada D. Antonio Berrocal Hernández.



Así, con el corazón encogido por la emoción, y con los nervios de los últimos preparativos, llegaron las seis de la tarde, estaba todo a punto de comenzar. El cortejo comenzaba a tomar forma en la amplia nave que descubre el interior de la parroquia, mientras los vecinos de Gibraleón comenzaron a poblar los aledaños del templo. Hermandades, mantillas, Hermanos de Luz, representantes de autoridades civiles, antiguos directivos... todos iban a ser partícipes de esos memorables momentos que depararían las casi siete horas de recorrido.



Comenzaba la salida de la Cruz Parroquial, y con ella, el inicio de la procesión. Poco a poco, el cortejo de guiones y estandartes iban avanzando por el porche del templo, hasta que los seis ciriales cruzaron el dintel de la puerta. Entonces, el tiempo se detuvo por un instante, porque una vez más, sobre el costal de treinta corazones, la Madre de Gibraleón se disponía a salir de manera extraordinaria a la calle. Los sones del himno nacional de la banda de música de Carrión de los Céspedes, una habitual tras el palio en los últimos años, se unieron al clamor y el aplauso con el que el pueblo olontense recibió de nuevo, un septiembre más pero diferente, a Nuestra Señora de los Dolores.




Paso a paso, siempre racheando, la Señora fue bajando hasta la Plaza de Santiago, por la que continuaría su discurrir. En el largo cortejo, tas la Cruz Parroquial portada por dos faroles desfilaban monaguillos y los Hermanos de Luz, seguidos de las representaciones de las distintas Hermandades invitadas: la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Amargura y Maria Santísima de los Dolores de Beas, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santo Entierro de Nuestro de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de los Dolores de Niebla, la Hermandad de Nuestra Señora de la Peña de Huelva, así como, las otras cuatro cofradías de Gibraleón, Borriquita, Misericordia, Nazareno y Cristo de la Sangre. Tras ellas, el Pendón Municipal de Gibraleón con distintos representantes civiles que precedían al cortejo de mantillas y al grupo formado por los antiguos directivos invitados para la ocasión, antecediendo a los representantes de la actual Junta de Gobierno y al Hermano Mayor de la cofradía, que junto con la Sra. Alcaldesa y el Rvdo. Sr. Parroco presidían la procesión. Y tras ellos, el grupo de acólitos de Pasión que desprendían la humareda de incienso que anunciaba la llegada de la Madre Dolorosa.


La solemnidad, nota predominante en la Hermandad del Viernes Santo, estuvo presente desde el minuto uno. Todo en parte, gracias al trabajo incansable de los costaleros de la Virgen de los Dolores, quienes recogen el testigo del Discípulo Amado, y son encargados con su esfuerzo, dedicación y buen hacer de consolar y cuidar como ellos saben a su Madre, la Reina del Cielo. Y así, poco a poco, con la suave mecida de su palio, racheando a la voz del capatáz, y con un sacrificio sin par llevaron a su Dolorosa a lo largo de todo el engalanado recorrido de la procesión. Si la Virgen siempre está hermosa, en esa mágica noche estaba más radiante que nunca, bajo su majestuoso techo de palio y con la luz que proyectaba su candeleria, Nuestra Señora de los Dolores resplandecía, llenando las calles de amor, chicotá tras chicotá, a los sones de unas espléndidas notas musicales.
Y así, casi como en un sueño, fueron pasando las horas y, tras recorrer las calles más céntricas de la localidad, llegó la travesía por la feligresía. No hay palabras suficientes para describir esos momento como se merece: cánticos y oraciones a la vez que numerosas lluvias de pétalos caían encima de la Pionera Medalla de Oro de Gibraleón... Todo se conjugaba de manera magistral para brindarnos el momento más hermoso y especial de la salida extraordinaria, la esperada subida de Violines, el broche de oro para una noche única e irrepetible.



De este modo el día grande de la efeméride del LXXV Aniversario de Nuestra Señora de los Dolores fue llegando a su fin. Pasada las doce y media de la noche el paso de palio comenzó a encarar el porche del templo. La Reina Servita dirigió su rostro hacia su pueblo para declararnos un ¡Hasta Luego!, preludio de Viernes Santo. Lentamente, el bello palio azulina y oro avanzaba en intimo silencio cofrade por la nave central de la iglesia, hasta llegar a su habitual emplazamiento, donde arrió los cuatro zancos despertando el jubilo de los allí presentes, para volver a reposar, de nuevo, sus plantas en lo más alto del altar mayor de Santiago.




Con el placer del deber cumplido, con la dedicación absoluta y el trabajo cuidadoso que nos caracteriza, solo cabe dar las gracias de todo corazón a todas aquellas personas que fueron participes en la noche del aniversario. Así como, nuestro agradecimiento más infinito a ese grupo de colaboradores/as, a quienes desde la Junta de Gobierno y la Comisión Organizativa del 75 Aniversario queremos reconocer y alabar desde estas líneas la labor desinteresada y excepcional de todas ellas, que con su enorme esfuerzo nos ayudan para que la Hermandad siempre quede al más alto nivel. Muchas Gracias.

Fotografías:  http://www.jagarciafotografia.com/galeria/view-album/177